martes, 29 de junio de 2010

VACACIONES

Comienzan mis vacaciones. Siempre son una necesidad, pero este 2010 estaban resultando imprescindibles. Mucho trabajo, mal horario, pocos días de descanso y algunas complicaciones de índole familiar han hecho de éste un año duro y exigente física y psíquicamente. Necesito descansar.

Los últimos días ya he tenido yo la cabeza de vacaciones. Pequeños olvidos, torpeza en los movimientos( incluso he sufrido dos caídas), desgana, falta de ese plus de cordialidad y cortesía que me gusta poner en el trabajo, me hacían constatar lo cansada que estoy.

Pero todo llega en esta vida, incluso las vacaciones. También el final llegará, aunque en eso no quiero pensar de momento. Pero en mi obsesión por aprovechar el tiempo,ya estoy programándome estos días, que quiero que sirvan para todo. Me obsesiona, supongo que porque normalmente tengo poco. Este año no habrá viaje, nos quedamos en casa. Tampoco es que importe mucho, lo excepcional es que salgamos, aunque bueno, sí que importa, no empecemos las vacaciones engañándonos. Habíamos planeado un viaje que se ha frustrado, nos conformaremos con salir algún fin de semana. No obstante, como tengo el inmenso privilegio de vivir mirando al mar, tampoco es una tragedia quedarnos en casa.

Como digo, quiero aprovechar el tiempo. Hacer tantas cosas que me gustan, un poco de todo. Leer un mínimo de dos horas, dibujar, bañarme en el mar,serán obligaciones diarias, hacer una limpieza profunda de mi casa, dedicar más tiempo a mis padres, a mis hijos, llevar a la niña al Museo de Bellas Artes y pasar el día juntas, un día sólo para nosotras, un día de mujeres…

Cada día soy más consciente de cuanto se pierde la vida al tratar de ganárnosla. Leí esta idea hace un tiempo en algún foro y me gustó la expresión: Perder la vida al trabajar para ganárnosla. Era la reflexión de un jubilado. Hay quien pierde la vida en el trabajo qué desgracia, pero esa pérdida menor, la del trabajo que te ocupa todo el tiempo, es muy deprimente,sobre todo cuando la tarea que te ocupa no es satisfactoria, ni obedece a una vocación, sino que es algo puramente alimenticio, y sobre todo si es pobremente remunerado.

Siento que empiezo a divagar, será la perspectiva del tiempo libre por delante. Pero fiel a mi plan vacacional férreamente diseñado, se acaba por ahora el tiempo para el blog y comienza el de la lectura, una hora que me lleva al París del siglo pasado. ¿Decía yo que este año no iba a viajar?

martes, 22 de junio de 2010

sábado, 19 de junio de 2010

ADIOSES

Ha muerto José Saramago. Mi biblioteca está quedándose dolorosamente huérfana. Aunque leo principalmente autores que ya no viven, hay algunos contemporáneos entre mis imprescindibles, Saramago era uno de ellos, pero también me despedí recientemente de Miguel Delibes y un poco antes, de Mario Benedetti.

Uno en la vida se va despidiendo hasta que llega el momento de que eres tú del que se despiden. Y leí una vez a Julio Cortázar una reflexión sobre todas esas despedidas, y hoy sus palabras sirven mucho mejor que las mías :



Burla burlando ya van seis delante

Más allá de los cincuenta años empezamos a morirnos poco a poco en otras muertes. Los grandes magos, los chamanes de la juventud parten sucesivamente. A veces ya no pensábamos tanto en ellos, se habían quedado atrás en la historia; other voices, other rooms nos reclamaban. De alguna manera estaban siempre allí, pero como los cuadros que ya no se miran como al principio, los poemas que sólo perfuman vagamente la memoria.
Entonces -cada cual tendrá sus sombras queridas, sus grandes intercesores- llega el día en que el primero de ellos invade horriblemente los diarios y la radio. Tal vez tardaremos en darnos cuenta de que también nuestra muerte ha empezado ese día; yo sí lo supe la noche en que en mitad de una cena alguien aludió indiferente a una noticia de la televisión, en Milly-la-Forêt acababa de morir Jean Cocteau, un pedazo de mí también caía muerto sobre los manteles, entre las frases convencionales.
Los otros han ido siguiendo, siempre del mismo modo, Louis Armstrong, Pablo Picasso, Stravinski, Duke Ellington, y anoche, mientras yo tosía en un hospital de La Habana, anoche en una voz de amigo que me traía hasta la cama el rumor del mundo de afuera, Charles Chaplin. Saldré de este hospital. Saldré curado, eso es seguro, pero por sexta vez un poco menos vivo.

De Un tal Lucas
Cortázar, Julio; Cuentos completos 2, Buenos Aires, Alfaguara, 1996

domingo, 13 de junio de 2010

LA BARBACOA

Técnica: Lápices de colores sobre papel Canson.

viernes, 11 de junio de 2010

UNA HISTORIA DE AMOR

Siempre supe de su existencia y aunque desconocía cómo y cuando sería nuestro encuentro, sabía que inevitablemente habria de producirse. Su fama llegaba a mis oídos a través de los años y eran tantos los méritos, las virtudes que se le atribuían que fue creciendo en mi imaginación hasta alcanzar dimensiones míticas. Poco a poco empecé a recopilar información sobre él, para cuando llegase la hora, estar lo mejor preparada posible, no partir de cero y aprovechar al máximo todas las enseñanzas que, sin duda, su sabiduría iba a brindarme. Leí sobre su nacimiento, su padre, su pais al mismo tiempo que comencé a buscarle, ya, sin ningún disimulo. Muchas veces creí divisarle, pero él se mostraba esquivo, parecía jugar conmigo, poner a prueba mi anhelo, mi interés, acrecentándolo hasta hacerlo casi doloroso. Pero yo soy persistente.

El encuentro tuvo lugar, por fin, en un mercado callejero una mañana de domingo. El día era gris, mortecino y no auguraba nada nuevo ni interesante. Deambulaba entre los puestos y la gente dejándome llevar por la corriente humana y la desidia, cuando de repente le vi. Parecía esconderse, y era tanto su disimulo que al principio no me pareció que fuera él. Me acerqué para comprobar su identidad, y al confirmarla, di un grito de sorpresa y emoción y me apresuré a estrecharle contra mi pecho. Me pareció en buena forma, muy robusto, aunque ya ha dejado de ser joven, y sin más preámbulos le invité a acompañarme a casa, temerosa de que si le dejaba escapar, ya no pudiera recuperarle; en seguida pude darme cuenta de que no sólo despertaba mi admiración.

Así llegamos por fin a mi hogar y yo comencé a sentirme intimidada por tenerle allí. Después de tanto buscarle, inexplicablemente no me sentia preparada para dar el paso definitivo. Decidí darle largas, acudir a otros que me sirvieran de entrenamiento y no pensé entonces que mi actitud podía convertir un encuentro tan ilusionante y largamente esperado en una triste decepción.

Han pasado algunas semanas y he tenido otros encuentros, que si bien estoy segura no me han dado tanta satisfacción como la que sé que él me proporcionará, me han servido para mentalizarme de que por fin ha llegado el momento.

He estado sopesando qué lugar y qué hora del día serían los ideales, y he decidido citarme con él para desayunar en mi casa, el primer día de una serie de jornadas libres que tengo por delante y que pienso dedicarle íntegramente.Estoy emocionada, espero que cumpla todas mis expectativas, todas las esperanzas que tengo puestas en él, no creo pedirle demasiado.

Preparo la mesa con esmero, el mantel, las servilletas, las piezas de porcelana, un buen café...y por fin, cuando todo está dispuesto voy a buscarle. Me acerco a la estantería donde reposa y amorosamente lo cojo en mis brazos. Es el momento de la ceremonia que dará lugar a nuestra relación, el primer paso del viaje que ahora iniciamos juntos. Me presento, y estampo mi firme en la portadilla, junto a la fecha de hoy, la de nuestra primera cita y al mismo tiempo él me dice su nombre, que yo ya conozco pero que me resulta especialmente delicioso ahora que ya se rinde ante mí: "Los miserables", de Víctor Hugo.

martes, 1 de junio de 2010

NO VOLVERÉ A SER JOVEN

NO VOLVERÉ A SER JOVEN

Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.

Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.

Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.

Jaime Gil de Biedma