martes, 26 de julio de 2016

COMICS DE PACO ROCA




Mi biblioteca es variopinta. No sólo está formada por literatura, narrativa o ensayo, sino que tiene muchos libros de arte y también una muy amplia sección de cómics. Toda la familia somos aficionados a ellos, como ya conté aquí. Es un género que para mí aúna dos de mis pasiones: la literatura y el dibujo, y además me hace sentirme joven. En mi adolescencia fui devoradora compulsiva de tebeos.

Hay artistas verdaderamente geniales en todo el mundo, tanto dedicados al guión como al dibujo, pero yo soy especialmente admiradora de algunos compatriotas. Hoy traigo al blog a Paco Roca uno que escribe y dibuja sus historias, y que me gusta porque me reconozco en su propio patrimonio sentimenta. Le conocí por la adaptación a la pantalla de su cómic "Arrugas" (Premio Nacional de Cómic 2008), en la que habla sobre la vejez y el Alzheimer. Es un tema al que soy especialmente sensible, pues trabajo desde hace muchos años en el ámbito de la dependencia. Paco Roca aborda el tema con gran sensibilidad y respeto y también con mucha veracidad.


En la segunda obra que leí de él, "El invierno del dibujante",  rinde homenaje a todos aquellos dibujantes de tebeos que a los de mi edad nos hicieron amar los cómics, los de la Editorial Bruguera, entre ellos Vázquez, Escobar o Ibañez. La historia que cuenta es real, sobre la aventura empresarial que iniciaron los dibujantes estrellas de la editorial, cuando en 1957, cansados de la tirania bajo la que trabajaban decidieron fundar su propia revista (Tío Vivo)



Por último, hace pocas semanas volví a sumergirme en una de sus historias con "La casa", en la que rinde homenaje a su padre recientemente fallecido. La casa del título es una segunda vivienda familiar, esa a la que aspiraba la clase media española formada casi siempre por la generación nacida en la dura posguerra. Muy entrañable relato y muy reconocible para los que ahora tenemos entre cuarenta y cincuenta años, resulta muy fácil identificarse con ese padre y esos hijos que deben asumir la tarea de liquidar la memoria familiar de la generación que acaba de desaparecer.



lunes, 18 de julio de 2016

"LA ULTIMA NOCHE EN TWISTED RIVER", John Irving






Acabé esta novela hace unos días, justo un mes después de haberla empezado. Sí, ya sé, mi ritmo de lectura es desesperadamente lento, sobre todo si lo comparo con el de hce unos años, pero las circunstancias mandan. No me siento demasiado culpable porque es un volumen de casi 700 páginas, y porque además estar un mes en compañía de sus entrañables personajes ha sido un placer. Si lo hubiese terminado antes, me hubiera tenido que despedir antes de ellos. Un drama.

John Irving es uno de los escritores americanos contemporáneos que más me gustan. Tiene una característica que es para mí muy importante: un universo propio y una gran originalidad. Le conocí en "Una mujer difícil" y me gustó que fuera sobre todo un creador de historias emocionales. La segunda lectura de una obra suya "La cuarta mano", la abordé llevada por el entusiasmo de la primera, y me resultó totalmente decepcionante, muy grotesca, tanto que me planteé no volver a leerle. Afortunadamente, decidi darle otra oportunidad con "El mundo según Garp", y esa me pareció una obra maestra, lo cual fue un alivio porque me resistía a perder a este autor. Después llegó con idéntica satisfacción "Principes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra" y ahora éste. Tengo pendiente de lectura "Personas como yo"

Una cosa es segura: para disfrutar plenamente a Irving hay que aceptar sus reglas del juego. Una vez asumida esta premisa, el placer que depara es mucho, sus libros consiguen condensar nuestros sentimientos en las historias de otros.

La historia de el cocinero Dominic, su hijo Daniel y el maderero Ketchum cambia totalmente la noche del título, cuando un hecho involuntario les condiciona la exitencia en un instante y se verán obligados a huir para salvar la vida. En su peripecia vital, que abarca la histiria de los Estados Unidos durante cinco décadas, uno se entrega totalmente a los personajes, esos personajes habituales de Irving, tan plásticos, que casi se salen de las páginas del libro. Él te lleva totalmente a su terreno, haciendo que pases por alto las incongruencias y el absurdo de muchas situaciones de la historia. algo común a todos sus libros.  Los que hayas leído a Irving sabrán a qué me refiero.

Estoy muy agradecida a esta novela por el placer que me ha proporcionado. Por hacerme disfrutar y sufrir con Dominic y Danny. Por hacerme quererles. Por tantos personajes secundarios inolvidables, muchos de los cuales se merecerían por sí mismos una novela propia. 

Y por hacer  que siga  deseando volver a adentrarme en el imaginario, las obsesones y los escenarios a los que nos tiene acostumbrados esta autor irrepetible.